martes, 12 de febrero de 2019

Espero que todos ustedes se enamoren de alguien que nunca les deje irse a dormir estando tristes.

«A veces, no necesitamos a alguien que nos arregle. A veces, sólo necesitamos a alguien que nos quiera, mientras nos arreglamos nosotros mismos.» (Julio Cortázar)


Hace mucho tiempo que no leo.

Recuerdo que antes me gustaba leer todo lo que caía en mis manos. Tenía mis géneros predilectos, por supuesto, pero prácticamente he leído de todo a lo largo de mi vida. Incluso aquellos libros intragables que nos mandaban en el instituto. Nadie quería leer a Buero Vallejo o a Kantz. Eran aburridos, y no hablaban de cosas interesantes como el Tuenti o aquellas cosas que estaban a la orden del día. Eran demasiado abstractos y complejos como para que nuestras mentes inocentes pudiesen llegar a comprender a alguien que había experienciado algo más en la vida que no fuesen las sonrisas. Las preocupaciones no existían para nosotros, y por supuesto, ninguno de nosotros imaginábamos que la primera vez que fuésemos a sufrir, éste sufrimiento fuese totalmente legítimo y necesario para nuestro crecimiento. Era una parte esencial de la vida, lo que pasa es que algunos se recuperaron de ello más rápidamente que otros.


No sé, ahora parece que he evadido todas aquellas actividades que puedan provocar algún tipo de reacción emocional en mí, como las películas, las series, los libros y, en general, todo de lo que antes disfrutaba tantísimo. Me encantaba ver series, o éso recuerdo. Me gustaba soñar que iba a ser la protagonista de una trepidante historia, que iba a tener muchos amigos y una persona que me quisiera a mi lado. Con el paso de los años supongo que fui cambiando de referentes los unos a los otros, pero siempre quise crecer. Nunca quise estancarme en lo mismo de siempre, aunque reconozco que alguna vez que otra se estaba bien justo donde dormía. Nunca he tolerado muy bien el sufrimiento, pero tardé (tardamos) en darme cuenta, y éso no fue nada beneficioso para mí. Ahora lo repelo. Como un chubasquero al agua. Parece que el sufrimiento es una especie de lluvia de meteoritos y yo estoy tratando de protegerme con un estúpido paraguas que tarde o temprano va a romperse. Y el paraguas es arrogante. Y soberbio.

Nunca ha sido así, ya lo sé, y yo tampoco me reconozco. Supongo que al fin y al cabo, los golpes que vas recibiendo poco a poco en la vida hacen que vayas moldeándote. Como puedes, realmente. Nadie te dice nunca cuál es la dirección en la que debes crecer. Los errores siempre tienen un crecimiento exponencial. Podrán advertirte mil veces de cuáles son los errores básicos, pero luego serás tú quien los cometa y deba asumir las consecuencias.

En general, creo que no es nada positivo para mí en estos momentos el hecho de estar remarcándome todo el tiempo mis errores. Debería tomarme un tiempo personal. Para tratar de hacerme consciente de que hay cosas malas en mí, pero también buenas.


Aunque lo que más me gustaría en estos momentos es precisamente librarme de éste asqueroso nudo en la garganta.


Give me a reason why you choose to always hurt my soul
I gave you everything, oh baby, please I have to know
Just answer me the question, are you gonna stay or go?
Stay or go?

Quien no ha caído nunca, no tiene una idea justa del esfuerzo que hay que hacer para mantenerse en pie.

«De la vida no quiero mucho. Quiero apenas saber que intenté todo lo que quise, tuve todo lo que pude, amé lo que valía la pena y perdí apenas lo que nunca fue mío.» (Pablo Neruda)


¿Cuándo le desaparece el corazón a una persona? Quiero decir... ¿le desaparece, así de repente? ¿Se borra poco a poco? ¿De un día para otro? ¿Se le rompe y ya no sirve? ¿Cuándo se dice que una persona ya no tiene corazón

A veces pareciese que hay sentimientos y/o pensamientos que deberían estar censurados.

Y esto nunca me ha gustado.


Tengo un desagradable nudo en la garganta porque me siento mala persona. Creo que simplemente por el hecho de haber expresado lo que pensaba. Quizás esto me ha traído problemas en más de una ocasión, soy una bocazas. Incluso ahora mismo tal vez esté pecando de ser una bocazas que debería simplemente dejar de presionar las teclas. Tal vez ni siquiera debería publicar esta entrada. Debería cerrarla ahora mismo. Estarme quieta o algo, no sé. Quizás esto incluso me traiga problemas. Conmigo misma.

Me siento mal conmigo misma. Como si hubiese cometido un pecado horrible. Como si en éstos momentos debiera ser apartada de todo signo de sociedad porque he tocado algo que nunca debería tocarse. Más incomprendida que nunca. Más adolorida que otras veces. Sin saber muy bien cómo gestionar este nudo en la garganta de malas sensaciones que tengo fabricado. No sé, es como si de repente, poco a poco, mi imagen se estuviese nublando y fuese a desaparecer de un momento a otro. ¿Redundamos en lo mismo de siempre? Me siento profundamente diferente a los demás; me siento una persona detestable, poco deseable. Es lo que continuamente estoy pensando por dentro, pero ahora es como si unas palabras externas lo hubiesen confirmado de alguna forma. Y siempre duele más escuchar ésas palabras de nuestros seres queridos. Confirmando nuestros peores temores. Avivando la hoguera de nuestras pesadillas. Sólo necesitaba verbalizar lo que pensaba.

A lo mejor yo también me he hecho una coraza a lo largo del tiempo. A lo mejor yo también he visto necesario para cuidarme haber construido una armadura a mi alrededor disfrazada de punzantes hierros para que nada me afecte más de lo estrictamente necesario. Supongo que ahora lo comprendo. Las personas demasiado emocionales sabemos bien lo que significa sentir una emoción en nuestras carnes. 

Dolor físico.


Siempre queda algún tipo de esperanza escondida por ahí, en algún rincón del mundo. Es como si me sintiera prisionera aquí donde existo, y en cualquier momento sintiera que puede venir la llave de mi cárcel hasta mis dedos. De forma mágica, y casi sin que yo misma me lo proponga. Fantasear con ésto es recurrente en mí y en muchas ocasiones me siento culpable por hacerlo. La cantidad de gente a la que decepcionaría. Pero ¿por qué creo que eso sería una liberación? Quizás no lo fuese. No podría pretender encontrar comprensión. Supongo que todo está sujeto a las mismas normas de moralidad. Supongo que a todos nos duele lo mismo. Supongo que todos tenemos una espina clavada de alguna forma desagradable. Pero conforme pasa el tiempo, voy sintiéndome más y más sola, como si mis brazos fuesen los únicos que consigo que me abracen con sinceridad. En mis pensamientos encuentro los barrotes de mi cárcel y también la libertad. Creo que hoy voy a ser completamente incapaz de dormir si no tomo un Orfidal.


Las palabras de María resuenan una y otra vez en mi cabeza. No te juzgues, eres muy dura contigo misma. Debe de ser agotador estar juzgándote todo el tiempo. Supongo que incluso ella misma se ha dado cuenta de que realmente lo único que necesito son unos brazos que me apoyen y me entiendan. Tampoco era muy difícil caer en esto. Parece que lo estoy pidiendo a gritos. Y aunque me gustaría romperme a llorar ahora mismo y hundirme en mi miseria como antaño hacía, sé que ahora ésta coraza me otorga la suficiente fuerza como para ser capaz de no hacerlo. Hace unos años, hubiese aseverado que ésto era completamente imposible. Imposible pensar en que las cosas no me afectarían, o que pudiese recuperarme de ellas. Supongo que con el paso del tiempo, una serie de reacciones químicas son las que provocan que sepas aprender a levantarte tú sola. Yo tuve que aprenderlo a las duras. Yo tuve que comer tierra para saber ponerme de pie después. A veces me gustaría explicárselo a la gente.

Tienes que estar abajo, muy abajo, para saber lo que es alzarte hacia arriba.


En algunos momentos recuerdo una yo feliz. Una niña (al fin y al cabo) que lo único que quería era sonreír. Poder camuflarse entre los demás. Ser capaz de llevar una vida con normalidad y alejarse de los problemas que le proporcionaba su propia cabeza. Pero cada vez el recuerdo se hace más y más lejano, y no sabría de qué manera invocarla para que vuelva. 


But there's a hope that's waiting for you in the dark
You should know you're beautiful just the way you are
And you don't have to change a thing, the world could change its heart
No scars to your beautiful, we're stars and we're beautiful
~

lunes, 4 de febrero de 2019

Soy el elfo del puto Infierno.

«También yo he sentido inclinación a obligarme, casi de manera demoníaca, a ser más fuerte de lo que soy en realidad.» (Søren Kierkegaard)


Lo que peor llevo de sufrir estrés son los flashbacks asociados. Estoy relativamente tranquila, sentada, leyendo un libro y, de repente, zas. Antes de que puedas imaginártelo, una imagen fugaz te cruza la mente tan deprisa que eres incapaz de pararla a tiempo para que no se reproduzca del todo. Y lo hace de una manera tan consciente que tampoco has tenido tiempo de reprimirla. Simplemente aparece y ya está. Y es suficiente para mandar todo tu día a la mierda si no te encuentras anímicamente preparada para ello.

Al principio me frustraba. No sabía de qué manera gestionar éste problema. Pensaba todo el tiempo que mi mente lo hacía a propósito para fastidiarme. Ya sabemos lo que es vivir dentro de una cárcel que tú misma gestionas: conoces todos y cada uno de tus puntos débiles y ningún motivo es un motivo suficiente como para empezar a atacarte de manera totalmente justificada. Muchas veces lo gestionas y consigues dormirte. Otras veces simplemente te dejas llevar y empiezas a imaginar. Y otras veces no puedes evitar auto-analizarte a ti misma para ver de qué manera puede estar actuando tu mente y cómo puedes evitarlo de alguna forma eficaz y rápida. Es una de las ventajas de estudiar lo que estudio, supongo.


Supongo que todos y todas estamos luchando contra algún aspecto de nosotros mismos en cualquier momento. Algún rasgo de nuestro carácter que nos desagrada, algún recuerdo que sigue merodeando por nuestra mente, algo con lo que no estamos conformes y deseamos cambiar con todas nuestras fuerzas. Por suerte, de manera general casi todo el mundo puede hacerlo, pero ¿qué pasa cuando ya no puedes hacerlo más? No sé, te ves tan cansada a ti misma, tan incapaz de seguir manteniéndote a flote, que simplemente te notas desfallecer y no mueves un sólo músculo por evitar tumbarte en la cama debajo de una manta y dejarte llevar por todos ésos pensamientos terribles que no hacen más que recordarte todo lo malo que has hecho desde siempre. Desde que tienes uso de la capacidad de la memoria suficiente. Y aquí es cuando empiezas a desear la presencia de alguien, y joder, te vuelves a recriminar a ti misma que no necesitas a nadie para conseguir nada. La gente es traicionera, coño. 

Qué horror, qué fastidio pensar así. Pero es que no hay otra alternativa. No se puede hacer de otra manera. Pasan las horas y horas y horas, y la cabeza no deja de dar vueltas. Y tú no dejas de dar vueltas. Hasta el punto de llegar a pensar que quizás puedas pedir ayuda a alguien que simplemente no le importe escucharte cinco minutos. Pero al fin y al cabo, ¿para qué malgastar fuerzas? La gente nunca quiere escuchar. La gente necesita que estés bien y siempre en punta; la gente quiere que seas perfecta y se enfada si no puedes salir del pozo. La gente te recrimina el que estés así.

Y entonces sólo me dan ganas de escupirles en la cara.


Porque si entiendes el dolor porque alguna vez lo has sentido, y contemplas a una persona que sufre, que te pide ayuda, y aún así, eres enteramente incapaz de mirarla con otros ojos, eres simplemente repugnante. 

¿A quién coño se lo digo? Yo qué sé. Supongo que hasta ahora a todas las personas a las que me he atrevido a pedir ayuda me han tratado así. Estás así porque quieres. Ya. Qué sabrás tú.

Qué sabrás tú.


Cómo detesto sentir cosas contradictorias o cambiar rápidamente de emociones. Cómo odio poder estar alegre y triste; enfadada y triste. Todo el tiempo, todo el rato. Continua y permanentemente en una vorágine de sentimientos, necesitando ayuda y al mismo tiempo sin quererla o pensando que no la merezco. 

Ya estoy harta de mí misma y de pensar que lo necesito.


«¿Qué sabes tú de mi soledad,
de mis penas y mi amargura?
¿Acaso sabes tú?
Tú no sabes ná...
Si casi no sé yo...
¿Que sabes tú de mi realidad,
de mis miedos y de mis dudas?
¿Acaso sabes tú?
Tu no sabes ná...
Si casi no sé yo...»

Debo morir de esta lamentable locura.

« ¿He odiado yo alguna vez la vida, esta vida pura, cruel y fuerte? ¡Locura y malentendido! Sólo a mí mismo me he odiado, por no poder sopo...