viernes, 4 de octubre de 2019

Se necesita una considerable dosis de inconsciencia para entregarse sin reservas a cualquier cosa.

«Antes había estado en tu casa, Clara, y te había dicho adiós. Iba a decirte: "no me abandones". Pero te dije adiós. No sabía qué hacer...» (Eduardo Galeano)


La disociación es un fenómeno complejo. Es una de esas dolencias silenciosas, de la que no puedes darte cuenta hasta que alguien más lo percibe. Es como estar y, al mismo tiempo, no estar para nada. Es una forma que tiene mi mente de defenderse; supongo que he hecho bien al tratar de revolverme contra mi inminente destino, pero no puedo decir que no haya sido doloroso en absoluto. Estoy pasando un trámite constante de dolor en el cuerpo que no sé cómo gestionar. No me voy a volver loca, y el mundo tampoco; va a seguir girando allí afuera y no voy a poder hacer nada para evitarlo. Tal vez me gustaría que el mundo se volviese un poco loco, como yo, pero sé que no es el caso, y sé que tampoco debiera desearlo. Ya he estado sumida en el caos más absoluto y sé que no es bueno. Ni para mí, ni para nadie a mi alrededor. Pero a veces siento tantas ganas de romperme por dentro que es inevitable echarlo de menos. No puedo tirarme al suelo y llorar, tampoco puedo abusar de la medicación y mucho menos puedo retroceder un par de pasos que tanto me ha costado dar. Esta vez he sido yo la que ha tomado la decisión de abandonarme, pero éso no quiere decir absolutamente nada. No soy más fuerte, es que me he empujado a serlo, he obligado a mi mente a hacerlo. No fue fácil, pero nada en esta vida lo es para mí.

No me estoy arrepintiendo días después de una decisión tomada con poca deliberación, lo cual es extrañamente raro. ¿Tal vez mi fisiología sabía de alguna forma que era lo que necesito para tratar de recuperarme un poco? A lo mejor mi cuerpo está agradeciéndomelo. Pudiendo volver a dormir, pudiendo volver a siquiera descansar ligeramente. Lo que necesitaba era que todos ésos malos recuerdos se fuesen y, quizás en cierta medida, lo han hecho. Se han ido un poco. No sé si volverán, pero no pienso correr hacia ellos de nuevo. Me ha costado muchísimo.

Muchísimo.


Creo que aún es demasiado pronto como para decir si concretamente, el acto me ha resultado sencillo o complicado. Creo que he creado una disociación a partir de otra disociación, que no soy consciente aún de lo que he hecho. Pero creo que tampoco quiero serlo, creo que esto es lo que debiera haber hecho hace mucho tiempo, pero no podía. ¿Porque estaba más débil? ¿Porque era más frágil? ¿Porque me gustaba agarrarme a un clavo ardiendo? Pues aún no sabría acotarlo muy bien. No sé por qué lo había hecho. Supongo que quería auto-convencerme de que pudiese haber otras salidas, de que realmente las intenciones eran otras o bueno, a saber cuál era la manera que tenía mi mente de engañarme para permanecer. Creo que se requiere un poco de fuerza para levantarse e irse. Estás sentada y te estás abrasando el trasero, la espalda y las manos, pero ahí sigues porque siempre he sido una adicta al dolor. Como quien se engancha a la cocaína, a la heroína o a las benzodiacepinas, ahí sigo yo. ¿Me gusta el dolor y el delirio? Pues lo parece.


Ahora mismo, en estos instantes, si me busco a mí misma, no pudiese decir que me encuentre. Se entremezclan el estrés y la ansiedad, la incapacidad para pensar ordenadamente y la mano que me aprieta el pecho para que no pueda respirar. A veces quiero tomar una gran bocanada de aire y me es imposible porque una especie de fuerza sobrenatural está apretándome la tráquea. Nunca me había sucedido antes. No sé si es una cuestión fisiológica, pero la cefalea intensa durante los días ha desaparecido. ¿Y si es el dolor físico que sentía lo que me ha empujado literalmente a ser más fuerte de lo que soy? ¿Era ésto lo que necesitaba? Pero si antes también me había dolido el cuerpo de ésta manera... Cierro los ojos y no hay nada. Trato de respirar por todos los medios y ordenar lo que quiero decir, decirme a mí misma.

Es evidente y obvio que ha sucedido un progreso, que no soy la misma que hace algunos años y que perfectamente puedo continuar caminando hacia adelante. Quizá porque ahora que creo que no tengo nada, me pesa menos el equipaje. He escuchado muchas veces que las personas más peligrosas son las que no le tienen miedo a nada, las que no tienen nada que perder. Me pregunto si seré una de ésas personas peligrosas ahora.


En cualquier caso, pienso continuar. No es que no quiera caerme, es que quiero hacer todo lo posible por evitarlo. Es la primera vez que he sido egoísta, que he pensado en mi salud y que he podido ser lo suficientemente fuerte como para mantenerme en una decisión así, aunque haya momentos en los que quiera tambalearme y no piense en otra cosa.

Desearía poder librarme aunque sea algunos días de los tediosos flashbacks, pero me es complicado porque aparecen sin avisar. Son como un rayo en el pecho, como una dolorosa certeza, éso pasó y sigue ahí. Me dejan quieta unos segundos y, a veces, meneo la cabeza tratando de desparramarlos por ahí. Sé que no soy la única a la que puede que le duela, pero desde luego, soy la única que se preocupa porque le duele.


Oh, I hope some day I'll make it out of here
Even if it takes all night or a hundred years
Need a place to hide, but I can't find one near
Wanna feel alive, outside I can fight my fear
~

miércoles, 2 de octubre de 2019

Tengo que volver a aprender a pensar, tengo que volver a aprender a olvidar...

«Se nos ha enseñado tanto a aferrarnos a las cosas que cuando queremos liberarnos de ellas no sabemos cómo hacerlo. Y si la muerte no viniera a ayudarnos, nuestra terquedad por subsistir nos haría encontrar una fórmula de existencia más allá del desgaste, más allá de la misma senilidad.» (Emil Cioran)


Quién iba a decirme que la paz iba a encontrarse aquí, justo donde estoy hallándola en estos momentos. Bueno, he de reconocer que a veces he disfrutado de la zozobra emocional, incluso yo misma me he sorprendido buscándola como si en la inestabilidad pudiese lograr ver un atisbo de felicidad. Igual era mi cerebro engañándome, o igual las personas como yo nunca estuvimos hechas para quedarnos quietas en un punto fijo.

Los recuerdos siguen invadiéndome la mente de vez en cuando y no es ni mucho menos sencillo luchar contra las garrapatas cognitivas. El estrés y otros problemas del día a día dificultan la guerra que continuamente está librándose dentro de mis meninges. Quién iba a decirme que huir de lo que algún día anhelé y deseé tanto iba a poder aportarme ésa línea en blanco que mi cerebro ansiaba. ¿En mi interior deseo que ésto continúe, deseo volver a experimentar las mismas sensaciones? No lo sé, pero desde luego necesitaba escapar de ti. Ahora es cuando pienso que nunca fue bueno lo que sentí. Tal vez fue sincero, tal vez fue desinteresado y tal vez fue puro, pero desde luego, nunca fue sano para mí. Hay puertas que tienen que cerrarse.

Para no volver a abrirse nunca jamás.

¿Nunca jamás? La felicidad nunca fue mi estilo de vida.


Tengo que agregar que en ningún momento ha sido una decisión, una obra sencilla. Sé que mis demonios terminarán arrastrándome hasta lo más profundo y no puedo garantizar que esto se termina aquí. Pero desde luego sí que puedo prometerme a mí misma que haré todo lo que pueda por escapar de ti. Todo lo que humanamente esté entre mis dedos será puesto en combate para guerrear como llevo tantos años haciéndolo. ¿Quién iba a decir que iba a ser yo quien sacase entereza de donde realmente no la había? Enfádate o moléstate o trátame de enferma, porque supongo que éso es lo que puedo estar desprendiendo ahora mismo. Pero hay algo de lo que estoy segura ahora mismo, y es que estoy muy orgullosa de mí misma. Sentada detrás de la puerta del baño, en el suelo, mientras las lágrimas estaban corriendo por mis mejillas, sintiendo un dolor tan profundo que estaba perforándome las costillas, supe que había hecho lo correcto. Porque no podía seguir soportando las idas y venidas. Demasiado para mi cuerpo frágil.


Ya lo dejé todo aparte, lo puse todo en una pequeña maleta. ¿Será que mi mente es ahora cuando está empezando a reaccionar y a querer tapiar una puerta para que todo el dolor no vuelva a colarse? Ha tardado demasiados años. Pero estabas convirtiendo mi casa en un lugar donde estaba acumulándose la desidia, el dolor, la frustración y la incapacidad para continuar viva. Literalmente creo que estabas aspirándome por dentro, robándome todo lo que era mío y queriendo controlar los mandos de mi cuerpo. Dejar que eso continuase pasando era abocarme hacia el fracaso. Era consciente, pero hasta ahora no había logrado ser capaz de sacar fuerzas de la flaqueza. Es algo que seguramente tendré que mantener en secreto, guardar en lo más profundo de mi mente, y que creo jamás podré confesarle a nadie. No sé tampoco si alguien llegase a comprender la magnitud de la decisión que he tomado, pero creo que con saberlo yo misma, basta, y es suficiente.

No sé qué pasará en el futuro, no sé si esto acabará pesándome en el futuro; supongo que deberé enfrentarme a muchos más momentos de flaqueza, pero no quiero que sean más causados por ésto. No puedo permitírmelo a mí misma. Me siento como si acabase de escapar de unas garras negras y afiladas que me mantenían presa. Como una especie de síndrome de Estocolmo. La libertad es dulce pero al mismo tiempo deseo la seguridad de ésos dedos.


No, ya no quiero eso durante mucho más. Voy a intentarlo con muchísimas ganas aunque no pueda prometerme nada. Si cierro los ojos, me veo.


You get ready, you get all dressed up
To go nowhere in particular
Back to work or the coffee shop
Doesn't matter 'cause it's enough
To be young and in love
~

Debo morir de esta lamentable locura.

« ¿He odiado yo alguna vez la vida, esta vida pura, cruel y fuerte? ¡Locura y malentendido! Sólo a mí mismo me he odiado, por no poder sopo...