viernes, 13 de abril de 2018

La vida es un sueño, el despertar es lo que nos mata

«Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas.» (Sergio Pitol)


La necesidad de escribir últimamente es acuciante para mí. Quizás porque ha llegado un punto en el que siento que las palabras no son suficientes, o quizás porque entiendo que debe de ser un fastidio para la gente de mi alrededor tener que escucharme día tras día quejándome de mi poca suerte. Imagino que no ha de ser agradable para nadie el tener a su lado a una persona que continuamente ha de estar lidiando con la parte oscura de su personalidad... o quizás soy yo, que estaría dispuesta a dar cosas por los demás que ellos no estarían dispuestos a dar por mí; aunque exactamente no sé muy bien por qué digo ésto, si realmente tengo a mi lado gente maravillosa que hace todo lo posible por tratarme bien y porque me encuentre a gusto conmigo misma y con ellos.

Entonces, ¿por qué no puedo evitar sentirme terriblemente sola? Hay un vacío en mi interior que, de alguna manera u otra, siento que no puede llenarse con nada. Absolutamente todo lo que trate de encajar allí, se saldrá al poco tiempo. Es como si aún no hubiese decidido el camino que tomar y ésto estuviese astillándoseme en el cuerpo. Me pregunto cómo hubiese sido mi vida si yo también hubiese tenido la capacidad y la oportunidad de decidir; si mi cerebro no me hubiese tendido una trampa en la que estoy continuamente cayendo con una torpeza que me sorprende hasta a mí misma.

¿Por qué soy incapaz de aprender de mis propios errores? Parece que padezco algún tipo de tendencia auto-destructiva que me hace amar lo que me destroza. Tal vez es porque aún pienso que, de alguna manera, no merezco ser feliz. La despreocupación, o más bien, que piensen que soy despreocupada y que en realidad no me importa nada, es lo que realmente me mata.

Pero ¿cómo puedo cambiar ésto?


Me esfuerzo realmente todos los días en luchar contra los pensamientos negativos que asolan mi mente, pero nunca soy capaz de vencer contra mí misma. ¿Es luchar contra mis propios demonios lo que está matándome? ¿O quizás el grado de desconocimiento de lo que me aterra es lo que esté acabando conmigo? Tengo la sensación de que en poco tiempo perderé el control sobre mis estribos, me echaré a llorar y a temblar, y entonces habrá empezado nuevamente el ciclo en el que me desconozco completamente.

Quisiera ganar la guerra por una vez. Quisiera llenar el hueco de mi pecho.


En algunas ocasiones he llegado a sentirme tan desapegada de la realidad que no sabía muy bien nada acerca de mí misma. Mi nombre incluso se me olvidaba, y no lograba reconocerme en el espejo. Los estímulos que me mantenían agarrada al suelo parecían querer desvanecerse también y, aunque mis esfuerzos por no desordenarme ahora mismo son frenéticos, la serpiente en mi interior también se mueve fuerte. Tengo la sensación de que la siguiente fase en mi vida será encerrarme en mi habitación, bajo mis sábanas, como solía hacer cuando la tristeza me acosaba antes, y dejarme llevar por todos los pensamientos derrotistas.

Pero no. Ésta vez tengo ganas de vivir.

Y es que cómo puede cambiar la vida de una persona con solamente regalarle una sonrisa. Si todas las personas que han avasallado mi mente con anterioridad simplemente hubiesen decidido tenderme una mano, ahora todo sería tan sencillo...

Pero hay algo que no olvido.


Quizás solamente necesite estar lejos de todo. Abandonar para siempre estas cuatro paredes que durante tanto tiempo me hicieron sufrir; que fueron refugio pero a la vez también cárcel de los sentimientos postergados más agridulces que he sentido jamás. Quizás verdaderamente el lugar no se encuentre en un sitio sino más bien en un refugio cálido donde sientes que todo está bien, donde piensas que la simpleza se ha simplificado aún más.

Sentimientos confusos dentro de mí. A qué, a quién, por qué, cómo.

Cierro los ojos y apareces.

(Aparece.)


Hello from the other side
I must have called a thousand times
To tell you I'm sorry for everything that I've done
But when I call you never seem to be home
~

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