miércoles, 11 de abril de 2018

No hay anestesia para éste dolor.

«No hay anestesia para éste dolor,
ni barbitúricos, ni público.
Ya no me siento único, abdico.
No habrá más himnos.»
~
«La Cruz de La Moneda» ZPU.


Hacía mucho tiempo que un dolor tan agudo no se instalaba en mi alma.

Hacía demasiado tiempo, incluso, que no sentía cómo los pilares de mi mundo habían empezado a resquebrajarse. Poco a poco, sin que yo me diese cuenta; y muy probablemente, yo hubiese tenido algo de culpa en esta grotesca historia.

Sabía que las cosas que se tambaleaban era por algo. Porque no estaba segura, porque realmente, quizás, necesitaba algún tipo de colchón que me sostuviera. Algo que justificara el por qué hacía las cosas como las hacía, pues ni siquiera yo misma estaba segura a ciencia cierta de saber por qué las cosas dentro de mí acontecían como si de las olas de un mar salvaje se tratase.

Noto a todo el mundo cansado y hastiado de mí. Como si realmente todos prestasen atención y abriesen mucho las orejas, pero nadie fuese capaz de escuchar lo que quiero decirles. Tal vez la culpa esta vez también redunde en mí, en que no puedo hallar en el fondo de mi garganta todas las palabras que quiero comunicarles. De alguna manera, me siento culpable y, sí, qué ironía, porque en el cien por cien de los casos, la culpa siempre es mía.

Mis palabras ahora mismo son confusas y poco o nada entendibles, así que solamente dejo que fluyan a través de mí. Solamente necesito sacarlas en alguna parte, sin importarme el que combinen bien entre ellas. He estado demasiado tiempo tratando de callar mis sentimientos, demasiado tiempo tratando de apaciguar las aguas, y me es imposible ahora. No ahora que todo el mundo, todo por lo que luchaba, se ha venido abajo.

De repente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debo morir de esta lamentable locura.

« ¿He odiado yo alguna vez la vida, esta vida pura, cruel y fuerte? ¡Locura y malentendido! Sólo a mí mismo me he odiado, por no poder sopo...