lunes, 16 de abril de 2018

No sé quién soy ni qué alma tengo.

«En alguna parte, entre el azar y el misterio, se desliza la imaginación, la libertad total del hombre. La imaginación es nuestro primer privilegio, inexplicable como el azar que la provoca. Es la felicidad de lo inesperado.» (Luis Buñuel)


A veces me encuentro como si estuviese completamente fuera de lugar. Como si, al disgregarse mi alma, hubiese perdido una parte muy importante de mi persona. Como si, al dedicarme a otro, estuviese perdiendo completamente mi esencia. Tal vez es que no sepa cómo he de desenvolverme en la vida, quizás haya perdido esa habilidad natural de la que todos disfrutamos. Recuerdo cuando antes pasaba días y días sola, sin la necesidad de hablar o de relacionarme y, ahora, es como un gran peso que cae sobre mis espaldas y, en muchas ocasiones, encima de mi pecho, provocándome dificultad para respirar y hasta pensar con claridad.

Hubiese querido que las cosas fuesen muy diferentes desde un principio. Cuando era pequeña, nunca hubiese podido imaginar una adolescencia así. Era risueña, y me hubiese gustado mantener aquella característica durante mucho más tiempo. ¿En qué preciso instante las cosas empezaron a torcerse? ¿Cuál fue el detonante que hizo que la situación cambiase ciento ochenta grados? Por más que rebusco en los pocos recuerdos que me quedan, sólo encuentro un gran vacío de asfixia opresora del que me alejo por precaución.


Me agobio con desternillante facilidad y poco a poco, día tras día, voy perdiendo la capacidad para poder sentarme frente a los apuntes y poder traducir a la coherencia las frases que he de aprenderme para ser una buena profesional el día de mañana. Conforme más me empeño en leer, más me doy cuenta de lo muy difícil que es. Antes no era así, antes todo era completamente distinto y yo tenía ganas de estudiar, de comer, de vivir. Ahora, una nube negra parece estar ciñéndose sobre mi cabeza pese a que realmente no existan motivos convincentes para ello. No me la puedo quitar de encima.  «¿Has pensado en...?». Sí. He pensado en todas las posibilidades posibles para intentar escapar de lo que me aterra. Y ninguna de ellas ha sido suficiente, o ninguna de ellas ha logrado convencerme del todo.

Supongo que es porque soy una cobarde. Porque ya no solamente me da miedo la gente sino que, además, a mi jocosa lista de fobias se habrán sumado algunas más. Es algo paradójico que nunca te des cuenta de lo que te está sucediendo, de las limitaciones que tu mente te impone con el único objetivo de «protegerse». ¿Protegerse? ¿De qué? No lo entiendo, y eso es lo que me frustra cada día más.



He dejado de hacerlo y supongo que éso podría indicar cierta peligrosidad en el asunto. Nunca se me ha dado bien ocultar mis sentimientos, un torrente de ellos fluye continuamente en mi cuerpo y se me hace bastante difícil disimular las llamas del incendio. Pero si te paras a pensarlo, al fin y al cabo, todo el mundo disfruta de sus propios problemas, y no veo motivos por los que yo no pudiese hacer lo mismo que hacen ellos: tragar y callar. Siempre se me ha asemejado muy difícil, pero poco a poco me acostumbro a que nadie tenga soluciones, a que apenas nadie sepa o pueda prestarme ayuda, y en éso es en lo que me he de refugiar cuando las cosas vayan especialmente mal, supongo.

Si haces una visión panorámica de mi vida, nada me falta o nada me es necesario hasta el punto en que tenga que ponerme a meditar sobre que debo cambiarlo. Presupongo que ésto es fruto de mis continuas quejas. La insatisfacción personal continua en la que me muevo sí o sí. El no darme tregua porque creo que no me lo merezco o, más bien, porque durante todos éstos años han habido muchas personas empeñadas en hacérmelo pensar.



Estoy empezando a cansarme de vivir en un continuo estado de ansiedad.



But I know once in a while we will find
The sound of your heart beats with mine
And when it’s time, I’ll leave the ocean behind
~

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