miércoles, 11 de abril de 2018

Eso... lastima lo suficiente como para matarte, pero no morirás por ello. Es un infierno en vida.

«Cuanto más lucho, más me hundo. El ser humano no tiene sentido. Si volviera a nacer, querría ser un pez en un acuario, y nadar sólo en él.» (Nana)


Recuerdo muy bien cómo empezó este blog. 

Recuerdo que lo actualizaba todos los días; tal vez cuatro, cinco o seis entradas -quizás, incluso, más-, con la esperanza de que él me leyera y, de ésta manera, poder seguir teniendo abierta una vía de comunicación. No podía despegarme de él de ninguna manera y, en cierta forma, sentía que él tampoco podía despegarse de mí. Me leía, también estaba pendiente de mí, y yo le sentía cerca. Como si ninguno de los dos pudiésemos dejarnos. Como si la historia no terminase aquí. Como si, verdaderamente, ésto se tratara de una historia de amor eterna en la que jamás nos fuésemos a separar. Este blog duraría eternamente hasta que él volviese a darse cuenta de que me amaba, de que le hubiese gustado seguir a mi lado y de que su decisión de separarnos sólo había sido un sacrificio para que yo pudiese gozar de algo de estabilidad mental.

Fue una relación especialmente tormentosa. Fue, esencialmente, aquel punto de inflexión que todos hemos tenido en nuestra vida; ése que hace que te replantees todo. Como unas arenas movedizas: necesidad de escapar pero, conforme más mueves los pies, más atrapada te sientes. Y siempre volvía a mí. Como si verdaderamente se estuviese olvidando de algo si me olvidaba. Como si, irremediablemente, estuviese ligado a mí de una manera romántica y fantasiosa que ninguno de los dos podríamos eludir. 

Los meses y los altercados fraguaban en nosotros; de alguna manera, parecía que iba a durar para siempre y que, por mucho que nos separásemos, siempre íbamos a estar juntos. En cierta manera, siempre me había gustado aquella idea. Ese amor roto, a trompicones, lleno de palabras profundas, de dolor en el pecho, era al que me había acostumbrado. Me gustaba ser la protagonista de una telenovela en la que, al final, todo iba a salir bien.

En el fondo, ni siquiera yo misma quería que las cosas me salieran bien.

Y tengo muchísima suerte de haber podido no continuar con aquello que estaba destrozándome.

No quiero que este blog vuelva a convertirse en aquel lugar donde mi dolor en el pecho causado por otra persona me impulsase a escribir. Apenas escribía sobre mí misma, sino únicamente sobre aquella especie de dolor frío que provocaba mis noches en vela. Apenas me centraba en qué es lo que deseaba yo para mi vida; me había convertido en una especie de ente que observaba la vida de los demás y nada hacía con la suya. Bueno, algo parecido es lo que está sucediendo ahora

Eta Carinae vuelve. Pero no para ti.


Ahora, por primera vez en mucho tiempo, no son los motivos del corazón los que me hunden. No es la angustia del amor la que se retuerce en mi pecho como un recién nacido al que debería parir de una vez. No se trata del masoquismo al que me exhibía como consecuencia de una relación tormentosa en la que no estaban dispuestos a darme la mitad de lo que yo otorgaba.

Se trata de mis propias limitaciones.

O, más bien en esta ocasión, las limitaciones que me han impuesto los demás.

No sé lo que quiero.


En resumidas cuentas, estoy completamente en la vida.

Observo a mi alrededor y veo gente que se mueven en barcos mínimamente estables. Mi padre suele decir que la vida es un mar en zozobra, y que los mares en calma jamás han producido buenos marineros. Por supuesto, sé que todas mis teorías chocan con la relatividad, pero cuando observo a mi alrededor sólo puedo ver personas realizadas o que están realizándose a sí mismas: personas que estudian y disfrutan estudiando, que saben que de mayores serán grandes profesionales en su sector; personas que trabajan y disfrutan con su trabajo o, al menos, contribuyen a una formación más positiva de la sociedad; personas que saben quiénes son y lo que quieren, aunque no dispongan de medios para hacerlo; personas que, aunque tienen una situación diferente, saben hacer frente a las adversidades y poder tener el coraje de aceptarlo y luchar.

En definitiva, todo tipo de individuos que me hacen pensar que soy un bicho raro. Y es tremendamente narcisista e histriónico pensar que soy la única criatura que no tiene las cosas claras, pero no podría centrarme en todas aquellas personas que no tienen las cosas claras, pero también podrían disponer de los medios y ayuda necesarios para, no dentro de mucho, poder averiguarlo.

Estoy perdida. Y es que, verdaderamente, no sé qué hacer. Me perdí hace mucho tiempo y, al parecer, ahora mismo soy bastante incapaz de encontrarme. Las dificultades en mi camino sólo hacen mucho más difícil el encontrarme. Todo el tiempo pienso en huir de lo que tengo que hacer, todo el tiempo pido ayuda pero nadie es capaz de escucharme. Todo el tiempo tratando de huir de lo que me persigue cuando, realmente, creo que no me está persiguiendo nada... ni nadie.


No tengo recuerdos vagos o lejanos acerca de lo que querría ser.

Con mis estudios tengo aquella relación tóxica en la que me esfuerzo para contentarles y, sin embargo, todo lo que recibo son golpes y malestar. Sé que es lo correcto y sé que es lo que debo hacer, sé que es lo que está estipulado para mí, sé que debo luchar por mantener a flote esta relación, pero realmente también sé que quizás lo idóneo para mí se encontrase en otro lugar. Pero ¿cómo lo encuentro? ¿Cómo puedo aprender a saber qué es lo que quiero, si desde que soy bien pequeña ni yo misma soy consciente de nada?

¿Cómo puedo salir de este laberinto?


Oh,you can hear me cry
See my dreams all die
From where you're standing
On your own
It's so quiet here
And I feel so cold
This house no longer
Feels like home
~

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