jueves, 12 de abril de 2018

Cuanto más conozco el mundo, más me desagrada.

«Mi historia no es agradable, no es suave y armoniosa como las historias inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse más a sí mismos.» (Herman Hesse)


La fuerza, escapándose de entre mis manos. El hastío mental al que me hallo sometida, y el no poder tener los medios suficientes para enfrentarme a lo que acontece; por mucha ayuda que pida, tengo la sensación de que jamás será suficiente. Jamás lograré encontrar el camino correcto, siempre terminaré cayendo en la pesada incertidumbre de no saber qué es lo adecuado, no saber qué es lo que quiero, no saber cuál es el punto en el que mi vida se torció tanto que decidí que ser y actuar como otra persona iba a ser lo mejor para mí.

¿Puedo decir que me arrepiento de haber tomado una identidad que no era la mía para así poder sobrellevar la vida? ¿Podría afirmar que en lo más profundo de mi corazón hay una profunda bala que indica que todo lo hice mal? Si lo hice, fue por defenderme... pero la mente siempre trata de encontrar atajos, puentes, construir caminos para defender lo indefendible. Nunca fui yo, nunca estuve viva. Y ahora que lo estoy, el mundo parece tornarse más doloroso, más hostil, más insípido que antes. No tener que fingir no fue un refugio en el que acurrucarme cuando las cosas fuesen mal, no sentir la necesidad de actuar como una persona, lejos de liberarme como debería haberlo hecho, sólo me cargó una pesada losa de plomo sobre las espaldas de la que aún a día de hoy no puedo librarme.

Me pregunto cuántas personas a día de hoy hay en el mundo que sientan algo parecido a lo que siento yo. Me pregunto si podríamos llegar a una cuenta en común para solucionar nuestros problemas o, al menos, no sentirnos tan solos ante el vacío como yo en estos momentos. No puedo llorar ni gritar, todo se ha envuelto en un saco negro que me impide respirar.


La noche es el refugio de mis pensamientos, pero su quietud me ahoga y me oprime el pecho. Nada en la casa se mueve, nadie me escribe, y me encuentro sola frente a mi propia mente. Aquel enemigo que nunca he sido capaz de rebatir; aquel engendro que vive dentro de mí y que trata por todos los medios de asesinarme.

No me gusta vivir aquí, ya lo he dicho muchas veces, me quiero ir con él, allí me siento más viva. Pero no puedo evitar sentir que en casa hay un pequeño trocito de mí que permanece aquí y que se ilumina cada vez que veo a mi madre sonreír. Ellos me apoyan, me escuchan, tratan de comprenderme. Supongo que todo lo malo se esconde dentro de mí y que nunca debió salir. Quisiera volver atrás para deshacer el camino andado, para decirle a mi yo que el camino está equivocado y debería esforzarme más por amarme a mí misma aunque los demás no fuesen capaces de ver toda la valía que se escondía en mi corazón. 

Tengo a gente hermosa a mi lado que no quiero destrozar, pero siento que el monstruo que me intenta comer por dentro sí quieres hacerles cosas malas. No quiero permitirlo. Le amo, no pienso hacerle daño. Cierro los ojos, me abraza, el mundo desaparece. Él está aquí conmigo y todo está bien ahora. Sonrío. Nadie me había amado nunca, es verdad.


No hay tormenta en sus ojos, sus palabras son dulces. Todo por mí. Todo por él. No hay más chicas, me ama a mí. Qué difícil era darme estabilidad, qué sencillo lo haces todo sólo con estar mirándome respirar. Me agobio, por favor, sácame de aquí, no puedo respirar. Vámonos, no pienso permitir que estés mal. Nada más va a pasarte. Cógeme, me caigo, me duele. ¿Qué te duele? Te curo, para siempre contigo. No sé qué hacer. Quisiera poder darte una enorme solución que termine con todos tus problemas para siempre y veas que la vida siempre es bella, pero soy un mediocre y no puedo hacerlo. Eres la única persona que me ha amado, no eres mediocre, ven, abrázame. Lluvia afuera, adentro me acaricia, me hace sonreír, le veo caminar por la calle; él es casa, él es refugio, sus manos son cálidas. 

Así que se podía amar y ser amado sin que te destrozaran...


Me siento delante de los apuntes y soy incapaz de ver nada. Me la han jugado pero bien, ojalá se murieran, no saben a quién le están haciendo daño, ¡estaba haciendo todo lo posible! Tratan de calmarme, pero en mi mente un sinfín de pensamientos han empezado a rodar de un lado a otro. Parece que todo son piedras en mi camino; parece que quiero terminar deprisa, sin importarme el camino. He tenido que dejar de ir a la Universidad porque sentía ansiedad cuando los demás me miraban. No quiero relacionarme con ellos, mamá, me pegan. Lejos estoy bien, lejos estoy bien. No puedo concentrarme. ¿Qué puedo hacer? No entiendo ésta palabra, ¿dónde la busco? ¿A quién le pregunto? No te preocupes, tienes dificultades, todo está bien. Lloro contra la almohada para que nadie me vea. ¿Es éste mi camino? ¿Es realmente lo que deseo o lo que me he impuesto a desear?

¿Cómo puedo escapar...?


Ella, que ha nacido modelo, diva y superestrella,
deja el mundo menos bonito cuando se aleja.
Riendo porque mi alma le llora y queja.
Es una guerrera...
~

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debo morir de esta lamentable locura.

« ¿He odiado yo alguna vez la vida, esta vida pura, cruel y fuerte? ¡Locura y malentendido! Sólo a mí mismo me he odiado, por no poder sopo...