miércoles, 7 de agosto de 2019

Andar por éste mundo significa ir dejando pedazos de un mismo durante el viaje.

«Estoy no sólo cansado, sino amargado, y la amargura es también desconocida. Estoy, de tan angustiado, al borde del llanto, no de lágrimas que se lloran, sino que se reprimen; lágrimas de una enfermedad del alma, que no de un dolor sensible.» (Fernando Pessoa)


Recuerdo que, cuando era muy pequeña, no tenía las herramientas suficientes para auto-diagnosticarme o, más bien, para saber qué era lo que me sucedía. Era una niña, mi vocabulario no era muy extenso, y en muchas ocasiones introducía palabras que había oído un par de veces dentro de mi léxico. Creía que encajaban bien. Pero no era muy consciente de su significado, solamente de su sonoridad. Recuerdo que muchas veces tenía un sentimiento extraño al que ninguna palabra completaba, y para poder explicarlo, decía: «Mamá, estoy rara». Creo que mi madre comprendía lo que yo decirle porque, además, ésta sensación siempre empezaba a determinadas horas del día. No era muy concreto y no ocurría exactamente con una frecuencia diaria, pero sí que recuerdo que no había demasiado Sol en el cielo y que no eran pocas las ocasiones en las que me descubría a mí misma mirando hacia las nubes que se movían entre el color grisáceo del cielo. Iba a empezar la noche. Casi siempre he sufrido de terrores nocturnos, así que supongo que ésta sensación cuyo nombre nunca supe predecir era sólo un presagio de lo que venía a continuación. Casi casi parecería una película de miedo.



Creo que éso es lo que me sucede ahora. Algún recoveco de mi cuerpo quiere decir que estoy rara, pero no por la misma sensación, no por el recuerdo de que me esté sucediendo lo mismo, sino porque simplemente no sé cómo me encuentro. Tal vez algo hastiada, tal vez algo cansada; me repito muchas veces que ésto no tiene nada que ver con la ansiedad, sólo es cansancio, porque siento cómo me pesan los párpados y, si me tumbo a dormir, no lo conseguiré, o al menos durante el día. Tal vez dejar de medicarme no haya sido tan buena idea como creímos en un principio, pero mentiría si digo que no sigo soñando con el día en que no tenga que consumir ningún tipo de químicos para llevar una vida más o menos apacible. 

La causa exacta no la sé y creo que sería bastante complicado ahondar; podrían llegar incluso a ser días y días de divagaciones, ahondando en mí misma y cayendo en el mareo de tratar de comprenderme. Sin duda creo que éste sería el paso más difícil. Verbalizar lo que tengo guardado ahí dentro. Tal vez ése empeño en conocer continuamente lo que me ocurre sea lo que al final acabe frustrándome. ¿Podría llamarse ésto deformación profesional? Quiero conocerlo, porque de ésta forma podría ponerle remedio, o al menos paliarlo de alguna manera, contrarrestar sus síntomas. No hemos conocido aún del todo la mente humana.



No me gustaría abusar de las benzodiacepinas porque, entre otras cosas, me produce una ligera amnesia que, pese a que no llega a ser molesta del todo, sí que me llega a causar dolores de cabeza. En muchas ocasiones no soy capaz de recordar lo que hice el día anterior si no realizo un gran esfuerzo cognitivo, pero al menos sí que acumulo el conocimiento que voy estudiando, y ése es un gran paso puesto que, cuando estaba con la medicación anterior, me era sumamente complicado el hecho de centrarme y comprender lo que estaba estudiando. Incluso puedo decir que me siento más motivada para estudiar por ésto, así que para mí ha sido un gran paso. No obstante, he de confesar que lo que más miedo me causa del consumo de benzodiacepinas es engancharme. Como me sucedió antes. No saber vivir sin ellas. Tomar una, dos, tres, cuatro y cinco pastillas sin control alguno y pasarme días y días durmiendo. Bueno, es cierto que no soy la misma de antes y soy más consciente de lo que me ocurre y de que, en ciertos momentos, es bueno partir media pastilla y dejar que ése dulce efecto sedante me invada por completo.

Es tan agradable la sensación... como estar encima de una nube. La sensación de no tener ansiedad continuamente, digo. Creo que la gente que no padece ningún tipo de trastorno de ansiedad o nervioso en general no sabe la suerte que tiene. Cuando tu cerebro no para de dar vueltas sobre sí mismo, sobre su mismo eje, cuando se detiene es algo tan maravilloso que no puede explicarse con palabras. Incluso tengo ganas de sonreír de verdad.



Aunque haya conseguido desahogar casi la mitad de los asuntos que me agobian en una entrada, he de confesar que nunca sé cómo terminarlas. Siempre suelo hacerlo con una pequeña frase que se me cruza la mente pero en éstos momentos estoy tan cansada que ni siquiera se me ocurriría una. Exactamente.



Some is love
(Lento)
Mami, work your back
I like slow dancing with strangers
Work, you back
Work-work-work your back
(Lento)
Your back
~

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