viernes, 15 de noviembre de 2019

Llegará el día, a pesar del dolor, en el que seremos ligeros, felices y verdaderos.

«No debería dedicarle tanto tiempo al pasado. Ya es suficiente con que tengamos que dedicarle tanto tiempo en contra de nuestra voluntad.» (Milan Kundera)


En situaciones como ésta es cuando me siento un poco ridícula. Quiero decir, tal vez ésto es por mi ansia de querer abordar los problemas de raíz y, para éso, tengo que encontrarlos: me paso horas devanándome los sesos para focalizar la raíz de los mismos cuando lo más probable es que ni siquiera los haya. ¿Tal vez sea ésto una simple condición humana más y ya está? Bueno, la utilización del lenguaje abstracto todavía me resulta algo complicada. Pero no sé cómo explicarlo de manera que no se entienda y que, al mismo tiempo, resulte entendible. 



La disociación es un fenómeno difícil de sobrellevar. Sé que lo óptimo sería que me dejase llevar y que no me revolviese contra ella, pero en más de una ocasión me resulta complicado, porque no sé muy bien qué es lo que está sucediendo, y mi cerebro se vuelve un poco loco. No son pocas las ocasiones en las que me doy cuenta de que hay rostros que ya no puedo recordar, aunque pensaba que iban a quedárseme grabados en lo más profundo de mi fuero interno. Ahora están borrosos y sumamente difusos. Por desgracia, no solamente están relacionados con mi pasado sino también con mi entorno más cercano. Si cierro los ojos y trato de imaginar, me cuesta mucho trabajo volver a recomponer todos los aspectos: mandíbula, ojos, nariz, boca, mejillas. Me paso la mano una y otra vez por delante de los ojos, tratando de convencerme de que es algo pasajero, es algo que me está ayudando, significativamente, a sobrevivir. Es por éste mecanismo que sigo viva, así que más o menos debiera estar disfrutando del mismo. Supongo que la parte de mí más anclada a la realidad sigue tirando hacia el suelo de mi cuerpo. Si cierro los ojos, se me complica todo. Cuento con ayuda de la medicación, pero no son pocas las ocasiones en las que siento que no es suficiente. Y me entra ése miedo paralizante a engancharme a un medicamento, a creer que en una pequeña cápsula o píldora está mi salvación, aquella magia invisible que me ayudará a deshacerme de mis pensamientos oscuros. Ésto no es cierto, ya lo sé, pero a veces huele dulce y me resulta irresistible.



Me paso gran parte de mi tiempo estudiando cómo absolutamente todos los pequeños acontecimientos de nuestras vidas nos marcan, nos hacen cambiar nuestra perspectiva, nos hacen evolucionar o incluso nos hacen enfermar. Pero sin lugar a dudas, creo que es mucho más complicado auto-observarnos y darnos cuenta de que también nos sucede a nosotros. No es un fenómeno aislado, lo que ocurre forma parte de lo que he estudiado, es un proceso normal aunque parezca que quiero permanecer impertérrita, como si a mí no me afectara y únicamente fuese una entidad que puedo observar desde lejos. No, yo también estoy sufriendo de alguna manera aunque ahora mismo sea incapaz de caminar tres o cuatro pasos hacia atrás para tener una visión más amplia de lo que sucede. Si fuese mi terapeuta, me diría que me relajara, pero ésas palabras siempre salen de los labios de quien está convencido de saber la situación del otro. Cada una es diferente. Ponerse en el lugar del otro es muy complicado. Y aunque lo estemos logrando, resulta muy complicado también hacerle comprender a la otra persona que, de verdad, le entiendes porque has pasado por algo parecido. No somos las únicas personas que han pasado por baches en la vida. Caerme está entre las opciones aunque yo no quiera verlo, aunque mi orgullo me niegue ver que soy una persona humana y que, de vez en cuando, y tal vez más que otras personas, tengo que comer tierra.

Desconozco realmente lo que va a suceder mañana, sólo sé que podría cambiar los resultados de alguna forma, está en mis manos. Pero también siento que, por mucho que me esfuerce, será igual. Siento que por mucho que luche, hay causas que estarán perdidas. Hablo como si hubiese estado fallando todas y cada una de las pruebas pero sé por dentro que no es cierto, que sólo es mi lado derrotista tratando de hacerme pensar que voy a caerme otra vez. No pasaría nada, ya lo sé, pero ¿tan difícil soy de entender?



A veces me vienen a la mente pequeños fragmentos, pequeños pasajes, algunos flashbacks de los que mi cerebro parece querer deshacerse. Ya sé que es algo normal después de haber sobrevivido a algunas cosas, pero no deja de ser desagradable para mí. Es como acordarse de un sueño muy lejano, uno que tuve hace mucho tiempo y que fue tan real que no sabría discernir si fue real. Son cosas tan lejanas que yo misma he creado un campo de protección para evitar volver a pensarlas o a recordarlas, pero a veces, pequeñas esquirlas de ésos acontecimientos logran cruzar la barrera y molestarme. Y entonces, me doy cuenta de que he estado reprimiéndolas todo este tiempo. Me estoy protegiendo a mí misma de alguna manera, y cuando entro en crisis, no son pocas las ocasiones en las que me doy cuenta de que vuelvo a esa realidad. Al dolor tan inexplicable que llegaron a sentir mis cisuras. Cierro los ojos. Quisiera que no hubiese sucedido nunca, pero forma parte de mi historia autobiográfica y he de aprender a convivir con ello. Aunque no se lo cuento a nadie, lo guardo por dentro. Aunque no me lo cuente, ni siquiera, a mí misma.

Exactamente, ¿de qué creo que me estoy protegiendo? Bueno, se supone que no hay amenazas visibles o reales ahora mismo en mi entorno, así que ¿qué es lo que me duele? ¿Cuál de esos recuerdos es el que me está molestando ahora mismo? ¿Quién fue el responsable de ese antes y después? ¿Yo misma, o los demás? ¿Fue mi propia enfermedad?



Ahora mismo me vería incapaz de entrar en una crisis aunque sé que debo tener cuidado con mis palabras. Simplemente, ahora mismo el sentimiento que corre por mis venas no es de enfado, sino de tristeza. Y hacía mucho tiempo que no me encontraba triste. No, es enfado contra mi propia tristeza, vivo enfadada conmigo misma. ¿Por qué? No lo entiendo. Tal vez por los mecanismos propios de mi mente, tal vez porque estoy tratando de protegerme, o tal vez porque sigo culpándome por haberlo fastidiado todo. Espera, ¿qué he fastidiado? Sólo estoy enferma y nada más. Me paso la vida luchando contra los estigmas que joden a la comunidad de enfermos mentales, así que ¿por qué me juzgo? Y, sobre todo, ¿por qué parece que me justifico ante los demás, pero ante mí lo único que hago es destrozarme como lo han hecho ellos? Tengo que evolucionar, aún me queda un poco de camino aunque me haya vuelto a desparramar en la misma zanja. Yo creo que hay personas de las que no podemos salir nunca. Cierro los ojos y se me cae una lágrima. Esto ya lo he hecho mil y una veces, no sé por qué estoy sorprendiéndome.

Porque me siento atrapada, me siento como si los tentáculos de un horrible monstruo me estuviesen abrazando una y otra vez, sucesivamente, sin descanso, como si no hubiese forma de escapar. Es como una enorme masa gelatinosa de petróleo repleta de palabras, de miradas, de gestos, que trata de hundirme hacia abajo. Estoy intentando salir de un trauma y aún no me acostumbro a ésa palabra, cada vez que mi psicóloga la dice, me entra un pequeño escalofrío. Todavía me cuesta entender que yo fui la víctima. Espera, ¿no lo fueron los demás? ¿Y si estoy obsesionada? Ya, pero es que éso no lo controlo yo. No puedo controlar mi mente porque, de ser así, haría mucho tiempo que ya estaría encerrada bajo llave.



Volumen a la música y una pastilla de valeriana otra vez entre los dientes. Tampoco soy capaz de encontrar ésa música que consigue calmarme, que es suave y hace que se me encoja un poco menos el pecho. Sé que mi auto-exigencia está sobrepasándome y que, de seguir así, lo único que conseguiré es disociarme más.

Lo estoy intentando, ¿vale?



The second someone mentioned you were all alone

I could feel the trouble coursing through your veins
Now I know, it's got a hold
Just a phone called left unanswered, had me sparking up
These cigarettes won't stop me wondering where you are
Don't let go, keep a hold
~

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Debo morir de esta lamentable locura.

« ¿He odiado yo alguna vez la vida, esta vida pura, cruel y fuerte? ¡Locura y malentendido! Sólo a mí mismo me he odiado, por no poder sopo...