«No hay casualidades sino destinos. No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón.» (Ernesto Sábato)
Siempre estará éso que nos acompañe. Una imagen, una palabra, un sentimiento.
Dentro del residuo, tristeza. Dentro de la tristeza, la incertidumbre. Y un giro sobre otro, y otro sobre sí mismo, y al final todo se resume en eso mismo, en la pérdida. Y en no saber nunca qué es lo que duele más, si perder a alguien, o perderte a ti misma con ese alguien. Sería una sensación muy parecida a si estuviesen conectándome a una aspiradora y llevándose todo lo de mi interior. Vacío. Un nudo en la garganta, y constante e incontrolable ansiedad, que sólo se calma con medicación.
Creo que el miedo que le tengo a la medicación es directamente proporcional a lo muchísimo que la necesito en mi día a día. Algunas dejan de hacer efecto, otras sólo convierten el ruido de fondo en éso... ruido.
No te necesito. Creo que esta vez es de verdad.
Me necesito a mí, o a lo que quedó de mí.
Antes quería demasiadas cosas, ahora no sé muy bien qué es lo que quiero, o lo que necesito. Necesito silencio, o más bien creo que tengo demasiado. Sé que hay demasiados factores insatisfechos en mi vida que a la larga acabarán causándome un mal mayor, pero es frustrante no poder hacer nada por controlarlo. Es frustrante tratar de explicar una y otra vez cómo te sientes, y que las palabras no se acerquen en un sólo milímetro a lo que de verdad quieres tratar de explicar. Todo el tiempo, todos los días, guardando en mi interior fuego que desea ser liberado, y que no conoce la manera en que debe hacerse.
Cansada y con ansiedad. Deseando cerrar los ojos, pero sé que cuando lo haga, los malos pensamientos volverán a por mí. Ansiosos por devorarme. Con profundos deseos de joder lo poco que estoy tratando de construir en mi vida. Podría haber sido brillante; podría haber llegado muy lejos si hubiese seguido en pie, pero simplemente, nadie pide estar enfermo; nadie pide ésto.
El otro día me preguntaron a qué se debía la ansiedad. Y no supe responder correctamente. Ni siquiera aunque me parase unos minutos a meditarlo. Traté de ahondar en mi interior para ver si vislumbraba algo, pero no me ofrecí las respuestas que buscaba. Qué compleja es la mente humana, y cada vez que pienso ésto, me dan ganas de encerrarme en un laboratorio rodeada de libros y haciendo experimentos como una científica loca. Saberlo todo, saber el por qué. Qué compleja y curiosa es la mente humana.
Estoy cansada y rota, y lamento presuponer que pasaré demasiado tiempo así. Es la ansiedad lo que me mata, la incertidumbre, el no saber qué es lo que está ocurriendo dentro de mi cuerpo para encontrarme así. Nunca dejes que nadie vea tus debilidades, y sin embargo lo hago, no sé si por tonta o si porque aún sigo confiando en que hay personas que no utilizan tus heridas para abrirlas más sino para intentar ayudarte a coserlas.
Hasta el momento, en todas las ocasiones que he mostrado mis cicatrices, lo único que han hecho con ellas ha sido tirar de ambos extremos para tratar de hacerla más y más grande.
Nadie sabe nunca por qué está pasando la otra persona. Nunca vamos a ser conscientes de cómo es el hecho de vivir en carne viva. Y es por eso que preferimos juzgar antes que tratar de comprenderlo todo. La comprensión no es cómoda ni útil, la empatía tampoco lo es.
Sólo necesitaba, de verdad, algo de cariño, joder...
Dentro del residuo, tristeza. Dentro de la tristeza, la incertidumbre. Y un giro sobre otro, y otro sobre sí mismo, y al final todo se resume en eso mismo, en la pérdida. Y en no saber nunca qué es lo que duele más, si perder a alguien, o perderte a ti misma con ese alguien. Sería una sensación muy parecida a si estuviesen conectándome a una aspiradora y llevándose todo lo de mi interior. Vacío. Un nudo en la garganta, y constante e incontrolable ansiedad, que sólo se calma con medicación.
Creo que el miedo que le tengo a la medicación es directamente proporcional a lo muchísimo que la necesito en mi día a día. Algunas dejan de hacer efecto, otras sólo convierten el ruido de fondo en éso... ruido.
No te necesito. Creo que esta vez es de verdad.
Me necesito a mí, o a lo que quedó de mí.
Antes quería demasiadas cosas, ahora no sé muy bien qué es lo que quiero, o lo que necesito. Necesito silencio, o más bien creo que tengo demasiado. Sé que hay demasiados factores insatisfechos en mi vida que a la larga acabarán causándome un mal mayor, pero es frustrante no poder hacer nada por controlarlo. Es frustrante tratar de explicar una y otra vez cómo te sientes, y que las palabras no se acerquen en un sólo milímetro a lo que de verdad quieres tratar de explicar. Todo el tiempo, todos los días, guardando en mi interior fuego que desea ser liberado, y que no conoce la manera en que debe hacerse.
Cansada y con ansiedad. Deseando cerrar los ojos, pero sé que cuando lo haga, los malos pensamientos volverán a por mí. Ansiosos por devorarme. Con profundos deseos de joder lo poco que estoy tratando de construir en mi vida. Podría haber sido brillante; podría haber llegado muy lejos si hubiese seguido en pie, pero simplemente, nadie pide estar enfermo; nadie pide ésto.
El otro día me preguntaron a qué se debía la ansiedad. Y no supe responder correctamente. Ni siquiera aunque me parase unos minutos a meditarlo. Traté de ahondar en mi interior para ver si vislumbraba algo, pero no me ofrecí las respuestas que buscaba. Qué compleja es la mente humana, y cada vez que pienso ésto, me dan ganas de encerrarme en un laboratorio rodeada de libros y haciendo experimentos como una científica loca. Saberlo todo, saber el por qué. Qué compleja y curiosa es la mente humana.
Estoy cansada y rota, y lamento presuponer que pasaré demasiado tiempo así. Es la ansiedad lo que me mata, la incertidumbre, el no saber qué es lo que está ocurriendo dentro de mi cuerpo para encontrarme así. Nunca dejes que nadie vea tus debilidades, y sin embargo lo hago, no sé si por tonta o si porque aún sigo confiando en que hay personas que no utilizan tus heridas para abrirlas más sino para intentar ayudarte a coserlas.
Hasta el momento, en todas las ocasiones que he mostrado mis cicatrices, lo único que han hecho con ellas ha sido tirar de ambos extremos para tratar de hacerla más y más grande.
Nadie sabe nunca por qué está pasando la otra persona. Nunca vamos a ser conscientes de cómo es el hecho de vivir en carne viva. Y es por eso que preferimos juzgar antes que tratar de comprenderlo todo. La comprensión no es cómoda ni útil, la empatía tampoco lo es.
Sólo necesitaba, de verdad, algo de cariño, joder...
Tú no te me vengas abajo, siempre fuimos fuertes
No te me vengas abajo, no te me atrevas a caerte
Y enamórame como tú solo sabes
Y enamórame, que lo que yo quiero es quererte
Siempre fuimos fuertes
~
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