«No sé, pero para mí lo peor de este mundo es el sentimiento de impotencia. Darse cuenta uno que todo lo que hace no sirve para nada. Estar uno convencido de que hace algo importante, mientras hay cosas mucho más importantes por hacer, para darse cuenta que se sigue en el mismo estado, que no se gana nada, que no se avanza terreno, que se estanca, que se patina. No poder uno multiplicar talentos, estar uno convencido de que está en este mundo haciendo un papel de estúpido, para mirar a Dios todos los días sin hacerle caso.» (Andrés Caicedo)
Llevan demasiado tiempo tratando de convencerme de que tengo que perdonarme. De que he sido demasiado dura conmigo misma a lo largo de mi vida. De que en el fondo, las cosas malas que he hecho han sido porque estaba enferma, o simplemente no podía ser consciente de mis propios actos. Bueno, creo que en parte llevan razón, pero hoy me es imposible llegar a creerlo. Hice cosas muy malas y nunca he sido lo suficientemente valiente como para pedir perdón. No ése perdón que tenía que ver con las súplicas, no ese perdón que repetía una y otra vez porque me desesperaba el hecho de imaginar que podía quedarme sola. Hoy me arranco un perdón sincero, aunque no tenga fuerzas, aunque me haya rendido conmigo misma.
Sé que al principio cuando empezó a gestarse mi enfermedad, no podía comprender demasiado bien lo que sucedía a mi alrededor. Estaba completamente separada de la realidad. Pero éso no quiere decir que mis actos no tengan consecuencias, ni que no deba arrepentirme sólo por el simple hecho de que no podía ser del todo consciente de lo que estaba haciendo. La ignorancia no justifica el dolor que he causado, y tampoco quisiese que lo hiciera. No responsabilizarme de mis actos podría ser lo más irresponsable que pudiese llegar a hacer.
Tal vez he tardado demasiado tiempo en darme cuenta, o más bien tal vez siempre he estado rodeándome de las premisas equivocadas. De todas ésas veces en las que me dijeron que no era mía la culpa, sino de los demás, por no entenderme. Estaba en el error, sumergida completamente. Y era incapaz de apreciar las cosas.
Sí, te hice (os hice) daño. La única manera que tendría de defenderme es que no lo hice deliberadamente. Jamás fue mi intención aunque hubiese podido llegar a parecerlo, pero efectivamente, lo hice. Rompí tus peluches, destrocé la rosa blanca, lloré, grité y llegué incluso a despreciarme a mí misma por hacerlo. A día de hoy, lo sigo haciendo. Pero ya no me siento capaz de escudarme en mí durante mucho más tiempo. Hay muchas cosas que hice mal y que jamás podré remediar. Pinté las paredes y no me cansaba de decir que estaba sola, aún cuando había mucha gente a mi alrededor. Después, me quejaba de que me tratasen mal. Supongo que hay un poco de razón en algunas palabras: puede ser que me encante hacerme la víctima. Tal vez nunca me han tratado mal. Todo haya sido fruto de mi imaginación, o tal vez un artificio de ésta asquerosa enfermedad que me persigue desde hace... bueno, realmente no sé desde hace cuánto tiempo que lo hace. He perdido la cuenta de los años que llevo cargando a mi espalda algo tan asqueroso.
El hecho de estar dañada nunca me dio derecho a tratar mal a los demás. Siempre es muy doloroso cuando, después de tener una crisis, tienes que rendir cuentas contra ti misma. Simplemente pierdes el control y no eres tú la que maneja tu cuerpo. Hay algo más oscuro, intangible y que duele. Siempre traté de justificar mis actos con éste hecho, pero ha llegado un punto en el que ni siquiera me satisface a mí misma. Estar enferma jamás me dio permiso para perder el control. Por mucho que no pueda mantener las riendas sobre mí misma.
Sé que, como todo, pedir perdón no alivia ni repara el daño; debería haber un ejercicio más profundo, un momento de reflexión en el que pudiese hacer algo para demostrar que estoy arrepentida, alguna manera de compensar todos los actos malos que he cometido. De momento, no está ocurriéndoseme ninguna. Es complicado. De alguna manera, sé que volverá a suceder, volveré a perder el control y volveré a tener que pedir perdón asumiendo las consecuencias de algo que nunca quise hacer, pero lo hice. Es bastante doloroso. Pero no estoy escribiendo para que no me duela, sino para dejar fluir mis pensamientos en un espacio abierto. Que haya luz.
Nunca quise dañar a nadie. Sé que el dolor emocional es mucho peor que el dolor físico, y lo he infligido muchas veces. Incontables. He perdido a mucha gente a mi paso por estar enferma y, pese a que es algo que no escogí, sí que debo hacerme cargo de todo ello. Mentí, pese a que nunca debí haberlo hecho. No sé por qué lo hice, tal vez fue por miedo, tal vez fue porque pesaba demasiado mi pasado en mí, y necesitaba empezar de nuevo de alguna manera. Cometí demasiados errores que después he seguido cometiendo una y otra vez, como si fuese incapaz de aprender de ellos. Ya no los miro con lágrimas en los ojos sino con un profundo sentimiento de desprecio hacia mí misma o, al menos, hacia ésa faceta de mi persona. Nunca debí haber dañado. Si pudiese viajar hacia atrás en el tiempo, hubiese detenido muchas cosas. Pero como no puedo hacerlo, aquí dejo constancia de que hay algo en mi interior que se arrepiente de corazón, y que le gustaría ser capaz de remendar las heridas de alguna manera.
Tal vez no las haya, y esté desvariando. Pero a mí aún me duele saber que en las vidas de algunas personas he hecho más mal que bien. Lo lamento.
Para ser sincera conmigo misma, sigo pensando que no debiera inmiscuirme en la vida de nadie. Esto probablemente se acabe aquí, ¿sabes? Probablemente todo irá yendo de menos hacia menos, y algún día todo esté completamente equilibrado y separado; mientras tanto, soy consciente de que si algún día quiero hacer el bien en la vida de alguien a quien aprecio o por quien siento amor, lo más sabio que pudiese hacer es retirarme a tiempo. Antes de causar dolor. Sé que tarde o temprano, acabaré haciéndolo. Incluso aunque ésa persona realmente no esté sintiendo nada por mí. Mi inestabilidad es asfixiante. Tal vez darme por vencida sea la fórmula buena.
Espero que algún día logres perdonarme. Si lo rompí todo, aún lo conservo.
So I'm sorry to my unknown lover
Sorry that I can't believe that anybody ever really
Starts to fall in love with me
Sorry to my unknown lover
Sorry I could be so blind
Didn't mean to leave you
And all of the things that we had behind
~
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