lunes, 22 de julio de 2019

Soy de ésas que canalizan el dolor de mala forma, de las que se hieren a sí mismas casi por norma.

«Cada uno tiene que conocer en la vida muchas tristezas. Lo notable es que cada tristeza es distinta de la otra, porque cada una de ellas se refiere a una alegría que no podemos tener.» (Roberto Arlt)



Siento frío a mi alrededor. Como si continuamente estuviese soplando un viento gélido en una noche seca. De ésas en las que no hay absolutamente ningún sonido, todo parece estar en calma y tranquilo, mientras que permanezco en mi cama, mirando la oscuridad. Con mil pensamientos abarrotados en mi mente, golpeándose contra las paredes de mi cráneo. Supongo que ansían salir, pero creo que cada vez que les dejo colarse por mis labios o mis ojos, vuelven a entrar. Parece que sean como mis hijos. Por mucho que yo quiera otorgarles la libertad, hay algo en ellos que hace que siempre vuelvan conmigo. Realmente son inconexos y algunos de ellos ni siquiera tienen sentido, o al menos no en la actualidad. No puedo evitar recordar algunas de las cosas malas que me han sucedido. Continuamente estoy recibiendo consejos de que me perdone a mí misma, pero considero que en la actualidad ya no hay nada que perdonar. Hice -hago- todo lo que pude y mucho más, pero jamás es suficiente. No, no es que sea demasiado exigente conmigo misma, es que hay algo dentro de mí. No soy yo.

Es un monstruo terrible.


Hay muchas ocasiones en las que quizás necesitaría algo más de comprensión. En realidad, pienso que no debería estar continuamente explicando que no puedo seguir los ritmos normales, que sufro mucho estrés en mi día a día aunque no haga nada, pero hay algo que me obliga a decirlo. A justificarme todo el tiempo. Tal vez ésa es una de mis mayores causas de estrés. Explicar lo que me ocurre, aún quizás a sabiendas de que no debería. Pero a veces siento que mi entorno me presiona. Hay algunas personas que entienden mi discapacidad y la respetan de alguna manera, pero siento que también hay una gran falta de empatía. Y ésa falta de empatía viene acompañada de exigencia. Unas exigencias que no puedo cumplir por mucho que me proponga.

No puedo, pero no es porque quiera limitarme, es precisamente porque sé dónde están mis límites, sé hasta dónde puedo llegar y también sé que presionarme sólo me pondrá en contra de los demás. Quiero poder explicar lo que me sucede y que se me entienda o que no se me juzgue por ello, pero parece ser que es una misión complicada.


A veces creo que mis pobrísimas habilidades sociales acabarán por pasarme factura, con un precio muy gordo, el día menos pensado. A lo que me refiero es a ésa negada capacidad de comprender qué hay en la mente de las personas -o, mejor dicho, saber interpretarlo- cuando me encuentro en una situación social. No sé identificar cuándo una persona está alegre o contenta, me cuesta realmente poder señalar cuándo una persona no está a gusto o sí que lo está, y éso me genera gran estrés. Nunca había experimentado algo así antes; es una situación muy curiosa pero, desde luego, también incómoda a partes iguales. Me genera muchos problemas al cabo del día, sobre todo con las personas que quiero. Supongo que no ayuda el hecho de que actualmente me encuentre confusa respecto a mis pensamientos y sentimientos. Realmente nunca he estado del todo segura. Me cuesta estar segura de mí misma en ciertos aspectos. ¿Estaré tomando las decisiones equivocadas? Qué ilusa yo por creer en la magia.



Me pregunto si habré tomado las decisiones correctas, y si el camino que estoy recorriendo actualmente será el adecuado para mí. La mayoría de los aspectos de mi vida no consiguen completarme del todo, supongo que lo que ocurre es que las comparaciones son odiosas y yo no puedo evitarlas todo el tiempo. ¿Cómo relajar la mente? Se supone que yo tendría que saberlo, ¿no? Al fin y al cabo, es a lo que debería dedicarme el resto de mis días. 

Lo más probable es que la causante de todos éstos desvaríos sea yo. La mente es la loca de la casa, es lo que me dicen continuamente, y cada vez me encuentro más de acuerdo. La nulidad de poder canalizar lo que siento, la energía que brota de mi interior, es lo que me mantiene atada. ¿Qué es lo que me gustaría hacer ésta tarde? Bueno, me gustaría salir, explorar, contemplar, sentir el aire frío correteando entre mis dedos y poder salir de ésta pequeña burbuja en la que llevo reclusa bastante tiempo. Anoche tuve un sueño extraño y bonito. Quisiera poderte decir tantas cosas pero en mi garganta hay un nudo y en mi pecho un pájaro azul.

Como el de Bukowski.



Algún día te contaré todas ésas cosas que no puedo decirte.



I got no excuses
For all of these goodbyes
Call me when it's over
'Cause I'm dying inside
Wake me when the shakes are gone
And the cold sweats disappear
Call me when it's over
And myself has reappeared
~

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