«Se han acostumbrado. Al principio derramaron unas lagrimitas, pero después se acostumbraron. ¡Miseria humana! A todo se acostumbra uno.» (Fiódor Mijáilovich Dostoyevski)
Antes de volver, vuelvo.
A llorar por dentro, a lamentar en silencio, a que duela sin que pueda mencionarlo. A tragar las lágrimas, a cerrar la boca cuando necesito hablar, a que se me revuelvan las tripas, a este pinchazo continuo en el corazón que me hace querer estar todo el tiempo dormida. Hoy, por primera vez en mucho tiempo, he sentido de nuevo ésa necesidad de permanecer tumbada y dormida durante mucho rato. Siento como si hubiese un monstruo montado encima de mí todo el tiempo, arrastrándome hacia abajo; cada vez pesa más y más, y aunque intento una y otra vez cargarlo, a veces me caigo al suelo. Y levantarme con él encima es mucho más pesado de lo que cualquiera puede llegarse a imaginar.
Literalmente, me duele la espalda.
Podría decir que continuamente estoy mintiéndole a todo el mundo acerca de mi estado de ánimo, pero ello en sí también constituiría otra gorda mentira; apenas me preguntan cómo estoy o, si lo hacen, es de una forma superficial y ligeramente grotesca. Como si no esperasen la respuesta sincera, solamente quieren escuchar que estoy bien y no importa si esto constituye una verdad o una mentira. Lo importante es escuchar esa palabra de alguna manera. Y sus cerebros se encargan de transformarla en una especie de verdad en la que se acomodan. Tal vez porque esto es mucho más fácil que admitir que hay alguien en casa que está muriéndose por dentro; tal vez porque es difícil intentar ayudar a alguien o, si quiera, mostrar algún indicio de interesarse por su Infierno personal. Se suele decir que todos llevamos el nuestro por dentro, así que ¿por qué interesarnos por los demás? Al fin y al cabo, el ser humano es egoísta y hedónico por definición, así que no sé por qué permanezco sentada aquí, al borde de la cama, a que algún día el cielo se abra y alguien decida sentarse y decirme que saque todo lo que hay por dentro.
Antes confiaba en que quizás hubiese alguien para mí; que quizás alguien pudiese llegar a entenderme o siquiera a tratar de interesarse por mí de una forma verídica, pero después de todo, vuelvo a estar sola. Y las palabras y sesgos inconexos se suceden una y otra vez dentro de mi cabeza, inmaterialmente, en silencio, para que nadie pueda verlos o escucharlos. Si al menos supiesen una décima parte de lo que sucede aquí dentro.
Vuelvo a sentirme atrapada en lo de siempre y, al final, he sido yo quien ha tenido que darse de bruces con la realidad. No soy una parte de un todo, soy un todo. Y quizás esta sensación de náusea es la que me causa cierto malestar. Saber que voy a permanecer sola mucho tiempo, por voluntad propia, como sistema de auto-defensa, como un patético intento de que mi corazón no vuelva a ser machacado y pisoteado como siempre. Aceptando premisas que jamás sabré si son ciertas o falsas pero, en el fondo, sabiendo que la realidad más dolorosa siempre es la que, al fin y al cabo, más se ajusta a lo que es la realidad. El aceptar que nos encontramos solos ante el peligro que más miedo nos ha dado desde siempre es uno de los actos más duros, y ahora mismo me encuentro en esa especie de período de transición.
Sola. Como siempre habría debido estar. Qué sensación tan rara en el estómago después de haberlo digerido todo desde anoche. Me pregunto si esta noche será igual; aún me debato en si debo decirle al psiquiatra la realidad de mis pensamientos o si, por el contrario, debiese mentir para evitar más incomodidades de las necesarias. De una forma u otra, siento que estallaré en llantos en cualquier momento si veo que alguien, de verdad, se interesa por lo que se está quemando dentro.
Al menos, estudiar parece estar entreteniendo mi mente. Pero también está matándola.
I get the feeling there's a cloud above my head
I wonder if it could just turn around instead
And bother someone else this once just for a change
There's no way of getting around it
~
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