«No soy un demente; tampoco estoy soñando. Sin embargo, mañana moriré y hoy quiero atenuar el peso de mi alma.» (Edgar Allan Poe.)
Estoy contundentemente mareada. Si me levanto de la silla, la cabeza comienza a darme vueltas como si en algún momento fuese a desmayarme. Dentro de mi mente, una sucesión de flashbacks horribles se dan lugar, como si de una producción cinematográfica se tratase, y me golpean con fuerza. Son como terribles olas de dolor que, aunque parecen lejanas, aunque parece que ha sido hace demasiado tiempo como para que permanezca en mi cabeza, siguen aquí, acosándome. No he logrado comprender el por qué del acoso ahora mismo, y tampoco sé muy bien qué es lo que puedo o debo hacer para librarme de ellas de una vez por todas. «Paciencia»es todo lo que me dice el psiquiatra; «todo es estrés post-traumático», dice una y otra vez, pero yo no puedo hacerle caso ni cooperar en estos momentos. Me hallo completamente bloqueada, como si me hubiesen atado a la silla. Mi cuerpo pesa y tiene ganas de dormir, pero sé que, si cierro los ojos, las imágenes se volverán más vívidas e intensas dentro de la negrura, y no soy capaz de enfrentarlas yo sola. No quiero identificar rostros en las escenas horripilantes que una y otra vez se repiten. Quiero que todos los recuerdos desaparezcan, porque han desaparecido todos menos los que hacen que me estremezca.
El shock es como cuando golpeas muy fuertemente a tu cuerpo y se crea una contusión: empieza a hincharse, te duele y te molesta cuando caminas o, incluso, cuando estás tumbado. Se convierte en un pequeño tumor que se ha apoderado de tu físico, y te impide hacer algunas tareas que, en teoría, deberían ser sencillas. En ocasiones, incluso te maldices a ti misma, recriminándote el no haber sido cauta e ido con cuidado para no haberte golpeado, pero ¿qué sucede cuando el golpe no te lo has dado tú? Han venido otros y te han golpeado, ha sido una herida emocional muy grave de la que no puedes desprenderte y, obviamente, necesitas ayuda. Pero ¿cómo pides la ayuda de los demás sin recibir un «deberías superarlo»? ¿Cómo puedo hacerlo? Sentimientos y pensamientos horribles me azotan la mente irremediablemente. No puedo echarles porque siempre vuelven.
Odio tener que recurrir siempre a medicación para así no tener que enfrentarme a mis demonios, pero lo cierto es que ninguno de ellos parece querer mostrar voluntad para querer marcharse de mí, por mucho que yo ponga de mi parte.
Algunas cosas se quedan tan enquistadas en el alma que, aunque saques la espina, el hueco se queda ahí, candente y sangrante, durante mucho tiempo más.
Al menos hoy he sido capaz de poner Netflix y continuar viendo una serie que tenía a medias; quiero poder apuntármelo como un pequeño triunfo.
La placa de acero ha vuelto a asentarse sobre mi pecho y nadie lo sabe. Creo que, de hecho, nadie se lo imagina. Por muchas veces que sea capaz de expresar al día lo mucho que me duele, no recibo más que un abrazo. Y lo sé. Es porque nadie puede entenderlo. No puedo juzgar ni tratar duramente a las personas por no comprenderme, pero sí puedo enfadarme conmigo misma por ser una completa inútil en esto de expresar lo muy mal que me encuentro. Al fin y al cabo, tampoco quisiera compartir absolutamente todo lo que hay dentro de mi mente, porque sé que la mayoría de personas que me rodean, se sentirían profundamente culpables y no sabrían qué hacer para ayudarme. No desearía que jamás nadie se sintiese tan mal como yo. Y pese a que las cosas ya no sean como antes, pese a que haya madurado y avanzado en esta enfermedad, no puedo evitar sentirme demasiado mal, como a las puertas de la muerte, una muerte que parezco estar llamando a gritos.
Sólo quería ser una niña normal. Como las demás. Nunca quise dejar de comer realmente, nunca quise que todo se complicase hasta el punto de necesitar estar completamente muerta para que desapareciese todo el dolor. No recuerdo la última vez que todo estuvo bien, o quizás es que ya estoy demasiado destrozada como para que las cosas vayan bien, aún incluso sin haber ningún tipo de problema actual como para estar tan triste.
¿Será que mi cuerpo está tan acostumbrado al dolor que es incapaz de vivir sin zozobra emocional? ¿Será que la calma y la estabilidad son dos factores que, como jamás me han acompañado, ahora es raro tenerlos a mi lado?
(El año pasado fue horrible.)
Sé que no debería permanecer demasiado tiempo en el pasado porque, al fin y al cabo, es lo que está ahogándome, pero también sé que soy consciente de que estoy haciendo todo lo que puedo y más por no permanecer en ése lodazal en el que hundí las piernas hace dos años y del que aún no he podido salir con el suficiente auto-estima como para poder recuperarme a mí misma.
Todo comenzó después de Mayo de 2016...
Bring me out
Come and find me in the dark now
Everyday by myself I'm breaking down
I don't wanna fight alone anymore
Bring me out
From the prison of my own pride
My God I need a hope I can't deny
In the end I'm realizing
I was never meant to fight on my own
~
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